diumenge, 15 d’agost del 2010

ISIDRE NONELL I MONTURIOL, pintor de gitanas. MODERNISMO./VANGUARDIAS HISTÓRICAS/REALISMO. Barcelona 1872-1911

Maruja- Vanguardias Históricas. Realismo. Sala d'Art Artur Ramón. Barcelona.

Encabezamiento del blog: Lola. Colección particular. Barcelona. Modernismo.

La Sol. Modernismo. Colección Alora-derksen. Barcelona.
Gitano. Modernismo. Colección particular. Madrid.
La Juana. Vanguardias Históricas. Realismo. Museo Nacional Centro de Arte Doña Sofía. Madrid.

La Paloma. Vanguardias Históricas. Realismo. MNAC. Barcelona.

Pura, la gitana. Vanguardias Históricas. Realismo. Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Inocencia. Vanguardias Históricas/Realismo. Colección particular. Barcelona.


Abatimiento. Vanguardias Históricas. Realismo. MNAC. Barcelona.
Isidre Nonell i Monturiol. Pintor de gitanas


Susana Hermoso-Espinosa García y Marc Montijano Cañellas

03/06/2006







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ISIDRE NONELL, PINTOR DE GITANAS. Por Susana Hermoso-Espinosa García y Marc Montijano Cañellas.


Nacido en Barcelona el 30 de noviembre de 1873, en una familia burguesa. Como dibujante y pintor se le puede considerar un verdadero autodidacta. En sus obras siempre sintió preferencia por los tipos mas desgraciados. Residió bastante tiempo en París, pero ello apenas si le marcó. Sufrió el desdén del público y la oposición de la crítica.
En una exposición celebrada en 1910 obtuvo un gran triunfo, y su consagración oficial y definitiva, aunque póstuma, ya que murió en 1911, llegó con la Exposición de Barcelona de 1918.
Crecido en la Cataluña de finales de siglo, Isidre Nonell, precursor de la renovación de la pintura en Cataluña a principios de siglo, es la figura prematuramente desaparecida, que centra dentro de su misma generación la promoción siguiente a la de Ramón Casas (1866-1932). Pocos años de diferencia entre estos artistas, como se puede ver, y sin embargo, un abismo en su realidad histórico-social, y por consiguiente grandísimas diferencias en su concepción artística.
La principal clave de modernidad de su pintura, según mi punto de vista, reside en él, en su mentalidad de artista, de creador libre. Nonell es de una personalidad única, remetida en si misma, ajena a toda escuela, ciclo o movimiento. Era el jefe de una estética unipersonal, y si se le preguntaba por posibles trastiendas estéticas de lo que estaba haciendo, reaparecía la desconfianza del antiguo mercader de pastas para sopa y respondía ‘Jo pinto, i prou’, y decía verdad, porque su pintura no era guiada por otras razones que las de un sensualismo deleite por el color y la forma. A la hora de pintar su voluntad, su apetencia, prima sobre cualquier otra cosa. Por tanto no acepta una temática impuesta, ni unas reglas compositivas académicas. Él simplemente es pintor, y pinta, si no hay otro remedio, para él, para sentirse satisfecho consigo mismo. Por tanto, su mentalidad es totalmente moderna y esta genera una pintura moderna.
La total libertad para el pintor ante su creación, por la que luchará y sufrirá toda su corta vida, lo convierten en un pintor moderno. Y a consecuencia de esta actitud fue rechazado, insultado y humillado por casi todos. Esto en palabras, unos cien años después, queda incluso poético, pero vivir esta realidad para él tuvo que ser muy trise y frustrante. Tal vez la lectura de dos textos incluidos al final, ayuden a comprender mejor la situación que vivió Nonell. Quien con el tiempo fue angustiándose por el hecho de que con su pintura, no sacase ningún provecho económico y prácticamente fuese mantenido por sus padres. La idea de que, a pesar de sus constantes desvelos artísticos, pudiese ser considerado un inútil, le humillaba y le hacia repetir: ‘desde luego que yo me gano la vida, lo que ocurre es que no me la pagan.’
Es necesario admitir, no obstante, que Isidre Nonell no fue una victima inocente de tantas malquerencias. Su temperamento no fue ajeno a esas enemistades creadas. Incluso los que le apreciaron coinciden al calificarlo como una persona terriblemente irónica, propensa a la maledicencia.
Su mentalidad se debe, en parte, a su corto paso por la ‘Llotja’, este fue enormemente importante; no tanto por lo que le enseñaron en las aulas, que también tuvo importancia, sino porque en aquel ambiente aprendió a pensar y reaccionar como artista. Allí descubrió el mundo del arte, comprendió lo que era la pintura, por consiguiente, lo que era pintar.
En 1901, tras un año de divagación después de su regreso de París, sale el verdadero Nonell. Deja de lado los tonos calientes, que daban a su obra un carácter radiante, lleno de luz y en cierto sentido alegre, obras de juventud que respondían a un concepto un poco aburguesado, consecuencia de la estética modernista-impresionista. Y pasa a ser el Nonell al que hacemos referencia. Ya no hay dudas, sabe lo que hay, qué tiene que hacer y no admite otro mundo que el suyo. Todo esto queda reflejado en su pintura. Hace un viraje total y en menos de dos años pasa de la luminosidad a la tenebrosidad y libera su mundo de miseria y fealdad.
Este convencimiento de su personalidad y valía como artista, queda muy bien reflejado en el comentario que hace, en una de sus cartas enviadas desde París a Casellas dando cuenta de la impresión que le causaron los impresionistas franceses,
‘... lo de C. Monet, Degas, Pisarro, Manet, Renoir, etc., incluso lo encontré con poca sustancia, insuficiente. Ahora todo esto lo he visto con detención y me gusta mucho más que al principio, pero de todas maneras para mi no es tan grande como creía’, y acaba diciendo: ‘...Sunyer (que de pasada está muy bien y no le falta nada) como hace más tiempo que está aquí ha podido comprender mejor lo que digo y piensa lo mismo que yo. Y me decía que todavía no ha visto ninguna nota de color de ningún joven que se pueda comparar con muchas de las que hacen los jóvenes en Barcelona...’
Nonell quiere impulsar su arte en el mundo artístico e intelectual de la época, sin poder conseguirlo, y por ese motivo se siente herido en todo su orgullo de pintor. Lucha y sufre, y esto hace que se vuelva más seco y arisco; nada más le queda un círculo reducido de amigos y admiradores, entre los cuales se encuentra su gran amigo Canals y los de la redacción del semanario Papitu.[Nota 1]
En la Barcelona finisecular, entre la gente de bien, la pintura sólo se concebía aplicada a los temas de historia y a los retratos mundanos. Los pintores pensaban en el Museo y en la Academia. Sin embargo el arte de Nonell se identifica con los mendigos, con los cretinos, con los gitanos, con la mala vida. Su academia eran las barracas de los suburbios de la falda de Monjuïc, y las tabernas de los barrios bajos.
Queda claro que, aproximadamente a partir de 1901, un tema domina sus cuadros: las gitanas. Ahora bien es difícil determinar si en la actitud de Isidre Nonell al preferir estas modelos tenía algo que ver alguna idea preconcebida a favor de los miserables y oprimidos.[Nota 2]
Se ha dicho, y no por pocos autores, que la temática de su obra es provocada por el ambiente que lo envuelve. Que es una manera muy suya de protestar contra la sociedad en la que se educó, al pintar a los desheredados de la vida que son el ‘producto defectuoso’, por así decirlo, de su sociedad. También dicen, y eso es cierto, que no hace crónica social. La figura de la gitana no está en su medio cotidiano, pintoresco, lo que le aleja enormemente del romanticismo costumbrista. Pero creemos que eso no es cierto, o al menos no es lo que le lleva a pintar este tipo de personajes.
Es verdad que el hecho de que pinte gitanas en unos tiempos en que los jurados de los certámenes oficiales, la crítica y el público en general preferían a José Moreno Carbonero y a otros pintores de género, se puede interpretar por el camino corto, o de un modo simplista, como una protesta a su sociedad. Pero si se profundiza un poco más, te das cuenta de que está muy por encima de todo eso. Su pintura a partir de su regreso de Francia es únicamente pintura, no literatura. No hay por tanto nada que leer.
Nonell plasma en estas obras un interés por el mundo real con una actitud que contrasta fuertemente con el optimismo de la Restauración. Sinceridad en la atención de las cosas, que no precisan de matiz subjetivo alguno, para mostrarse tal como son y por ello mismo poseen atención y veracidad, descubrimiento de lo que existe, sin edulcoración, pero también sin compasión sentimental.
Lo que los nuevos artistas buscan es precisamente, la sinceridad que en los tremendistas no se encuentra. El tremendismo quiere suscitar sentimiento, lágrimas, recurre a todos los efectos a su alcance para lograrlo. Por el contrario artistas como Darío de Regoyos, Nonell, el primer Mir, Canals, quieren ofrecer la realidad cotidiana tal como ella es. Sin cargar las tintas pero sin tibieza. La sinceridad aleja los excesos sentimentales como aleja también el idealismo y la espiritualización y se enfrenta directamente a los predicadores de la belleza esgrimiendo una razón bien sencilla: el mundo no es bello, la realidad española del noventa y ocho no es amable, no hay belleza en la Barcelona urbana e industrial, en los marginados en el proletario.
Complicaciones no tuvo ni se las buscó, hacia tan sólo lo que le dictaban los sentidos, aquello que el corazón le decía que tenía que hacer. Sigue de una forma obstinada las directrices que se ha trazado para lo que tiene que ser su pintura: una insistente búsqueda de la calidad de la materia hasta que se haga grasa, pastada, madura, exactamente como si fuese el resultado de un largo proceso de cocción o de fermentación. Para Nonell toda la pintura se reduce al color, pero no el color de las tonalidades exaltadas, sino el de las graves, no el que estalla superficialmente, sino el que parece emerger del fondo del cuadro. Eso es lo más importante para el pintor, mucho más importante que el dibujo (se le critica, no del todo injustamente, una cierta repetición de la pose de sus modelos y de escamotear algunos problemas de composición, tales como el pintar las figuras con la cabeza inclinada o escondiéndoles las manos). Lo que cuenta para Nonell, es la pintura en si misma desligada de cualquier significación. De ahí la radical incomprensión de la mayoría de los críticos al hecho de que para el artista los mendigos, gitanos, y seres que eran tenidos por feos, sucios y miserables fuesen un mero pretexto para poder trabajar la pasta de un modo generoso.
Esta primordial valoración del color entre los diversos elementos pictóricos determinó la actitud nonelliana frente al arte, caracterizada por una voluntaria abstracción de todo contenido y resumida en la célebre frase, ‘Jo pinto i fora’ (Yo pinto y nada más), con la que respondió a alguien que quiso saber sobre su estética.



¿Qué representa la producción de Nonell en el panorama artístico de Cataluña?
En principio supone un regreso al objetivismo que ya contaba, a lo largo de la pasada centuria, con importantes manifestaciones, tales como la obra de Benito Mercadé, Simón Gómez o Joaquín Vayreda. Ese realismo fue continuado por Nonell, reanudando el camino, que había estado largo tiempo, equivocado a consecuencia de tantas pretensiones extra-pictóricas como las que tuvieron artistas ciertamente bien dotados, pero que perseveraron en el cuadro de género (Román Ribera, Antonio Fabrés), en escenografías melancólicas (modesto Urgell), y en idealismos que , o bien eran de inspiración nórdica - concretamente derivados del prerafaelismo inglés (Alejandro de Riquer, José María Tamburini, Juan Brull) - o bien se materializaban impregnados de sentimientos religiosos y catalanistas, que comportaban una visión patriarcal de la vida (Dionisio Baixeras, Juan Llimona).
Nonell se aparta de todo eso con su ‘Yo pinto y nada más’, conducido únicamente por su instinto. Su liberación se iniciado, como ya he dicho, al regresar de Francia, no antes, ya que durante sus meses parisienses intentó hacerse con un nombre recurriendo a la truculencia de sus recuerdos de los degenerados de Caldas de Boí [Nota 3] o del espectáculo de los repatriados que vio en las calles de Barcelona, motivo que, sin lugar a dudas constituía también literatura o’ folklore’ de exportación, no el de pandereta, sino el de la ‘España Negra’.
La contribución nonelliana determinó un cambio radical en la pintura catalana, la figura de Nonell viene a ser un mojón, para emplear la afortunada expresión de Rafael Benet. Antes de él, la anécdota, la vaguedad o el predominio del contenido sobre la forma. A partir de él, la plasticidad por encima de cualquier otro valor.
Fue, en definitiva, un innovador al señalar un camino, el único que siguieron los artistas catalanes hasta que otro revolucionario, Joan Miró, abriese un nuevo sendero en el terreno de la no-objetividad.
Fuente: HOMINES.COM. Fuente cuadros: LA CIUDAD DE LA PINTURA.

Nota.- No están incluidas en el post las noras de Arte a que hace referencia el escrito.
http://www.homines.com/arte_xx/isidre_nonell/index.htm  (Clicar en este link si queréis consultarlas.)

9 comentaris:

aapayés ha dit...

Bello post.. gracias por compartirlo..

Cuanto tiempo sin leerte. Y que interesante lo que compartes.. Gracias..

Un abrazo
Con mi saludos fraternos..

Que esta semana sea de las mejores, son mis mejores deseos..

Mabel G. ha dit...

‘desde luego que yo me gano la vida, lo que ocurre es que no me la pagan.’
Solamente un cerebro inteligente puede valerse de sarcamos.
Clariana, tu blog es una enciclopedia, amiga. Cada vez que publicas algo nuevo, sé que aprenderé algo más y, aparte, me deleitaré la vista.
Estos cuadros son admirables, porque traslucen lo que el pintor veía y lo trasmiten. Lo había escuchado nombrar, pero nunca había visto algo suyo. ¡Gracias!!!
Gracias Clariana y un fuerte abrazo para ti, amiga!

Algaire ha dit...

Me gusta este pintor del que ya conocía algo pero después de leer tu artículo, ahora tengo muchos más datos.
Sus cuadros tienen una gran fuerza expresiva, me gustan.
Un abrazo

Javier G. Pérez ha dit...

Hola Clariana.
Es un justo homenaje a esta gente tan desprotegida y necesitada. Una gran labor por parte de este pintor plasmar la angustia y desesperación en tiempos mucho más complicados que los actuales. Unas pinturas solidarias y muy interesantes.

Un abrazo

clariana ha dit...

¡Hola Adolfo!
Alentadoras palabras las tuyas y me alegra de que vuelvas a estar por aquí.
Deseo también para tí y los tuyos que lo estéis pasando muy bien. Un abrazo.

clariana ha dit...

Leyendo las biografías de los pintores y sus anécdotas, te das cuenta de lo mal que lo llegaban a pasar muchas veces, por lo incomprendido de su profesión.
Parece que la vocación por la pintura tenga unas facturas muy elevadas de todo tipo.
Me alegro de que te guste lo que hoy he puesto Mabel, siempre eres un ánimo y una esperanza para mí. gracias.
Un beso con afecto.

clariana ha dit...

¡Hola Algaire!
Suponía que este tipo de pintura te iba a gustar, pues es una expresión muy personal de un artista muy peculiar. Que pases buena semana, te envio un abrazo.

clariana ha dit...

¡Hola Javier!
Eran como tú bien apuntas unos tiempos complicados y difíciles y parecían en el olvido de las clases pudientes, todas estas personas que estaban en la miseria como las gitanas del Somorrostro y de Montjuich, los repatriados de la guerra de Cuba, que deambulaban por las calles míseramente y muchas más personas que lo pasaban mal. Y quienes podrían ayudarlos un poco, como siempre, giraban los ojos hacia otra parte. Sólo algunos pintores como Nonell hacían denúncia de ésto con sus pinturas a costa de no ser reconocidos como merecían, sino después de su muerte. Gracias por reflejar tan bien lo que expongo en mis post. Un abrazo.

MaRieLA ha dit...

Es genial la fuerza que tienen esas pinturas aún teniendo pocos acentos de luz. La vibración de esas pequeñas manchas de rojos o amarillos, le da un acento increíble. Me dustó :)
Gracias por el comentario Clariana :)
Un beso enorme!